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Bosques que enseñan a mirar distinto y hacen de la ciudad un lugar más resiliente

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En una ciudad cada vez más afectada por el cambio climático, los Bosques Urbanos Nativos (BUN) se consolidan como espacios vivos, resilientes y necesarios. Sus ciclos naturales —con momentos de abundante vegetación, seguidos por periodos secos— no son señales de descuido, sino reflejos del equilibrio ecológico que estos entornos promueven dentro del paisaje urbano.

 

Con biozanjas que captan y filtran el agua de lluvia, los BUN restauran dinámicas ambientales propias de los ecosistemas nativos, generando hábitats que fortalecen la biodiversidad. Su vegetación, lejos de ser maleza, es el resultado de procesos de regeneración que permiten que la naturaleza actúe como aliada frente a las crisis climáticas.

 

Estos principios guían el trabajo conjunto de Fundación La Iguana y el Municipio de Guayaquil, que desde hace tres años impulsan una alianza estratégica para transformar espacios urbanos en pulmones verdes vivos y educativos. En este marco se crearon dos BUN: uno en el redondel Antonio Parra Velasco (Sauces 6) y otro en la entrada al Puerto Marítimo, en la avenida 25 de Julio, siguiendo la metodología desarrollada por la fundación.

 

Pero renaturalizar también implica cambiar la mirada de la ciudadanía. Por eso, la educación ambiental es una pieza clave del proyecto. Con campañas en redes sociales, ferias, recorridos guiados y contenidos pedagógicos, se busca derribar mitos y construir una nueva cultura ciudadana más consciente.

 

“Desde que creamos estas infraestructuras verdes nos quedó claro que sin educación no podemos llegar a nada, por eso creamos las Ferias BUN. Es importante que se conozcan estos lugares en todas sus facetas, cuando está lloviendo vamos a tener espacios muy voluminosos y probablemente la gente diga que la maleza creció, cuando no es así”, enfatizó Andrea Fiallos, presidenta de Fundación La Iguana.

 

Cada bosque responde a una función específica. El de Sauces está abierto al público, con visitas educativas para estudiantes, vecinos y colectivos que aprenden sobre conservación, fauna urbana y soluciones basadas en la naturaleza. El de la Av. 25 de Julio tiene un uso más técnico y restringido, enfocado en la producción ecológica y la regulación del microclima urbano.

 

Fundación La Iguana y el Municipio de Guayaquil hacen un llamado a repensar la ciudad y valorar estos espacios que respiran, enseñan y se regeneran. En tiempos de crisis climáticas, volver a la naturaleza no es un lujo, es una necesidad.

 

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