Cada fin de año, el brillo y el estruendo de los fuegos artificiales marcan las celebraciones. Sin embargo, detrás de los colores y el espectáculo se esconden riesgos que muchas veces pasan desapercibidos. Cada temporada, los accidentes por pirotecnia provocan quemaduras, amputaciones y secuelas permanentes, afectando de manera directa a quienes manipulan los explosivos y a quienes los rodean.
Además de los daños físicos visibles, la pirotecnia tiene efectos invisibles, pero igual de graves. Los ruidos intensos y repentinos pueden afectar a niños con discapacidad, generar estrés en perros y gatos, y perturbar la fauna silvestre cercana. Los explosivos también contribuyen a la contaminación ambiental, liberando sustancias químicas que afectan la calidad del aire y los ecosistemas urbanos y naturales. Lo que se ha vuelto costumbre durante las fiestas no deja de ser peligroso. La pirotecnia no otorga “superpoderes”, sino consecuencias reales que pueden marcar vidas.
La campaña digital “La pirotecnia no es súper”, impulsada por el Municipio de Guayaquil, nace con el objetivo de concienciar a la ciudadanía sobre estos riesgos. Más allá de evitar accidentes, la iniciativa busca promover un cambio cultural: que la diversión y la tradición no se traduzcan en lesiones ni sufrimiento para los más vulnerables.
La Alcaldía de Guayaquil exhorta a las familias a sumarse a esta propuesta, recordando que la responsabilidad durante las celebraciones es la mejor manera de recibir el nuevo año. Celebrar con cuidado y conciencia significa proteger vidas humanas, animales y el entorno, garantizando que las fiestas sean realmente un momento de alegría y bienestar para todos.







