Cada fin de semana, el primer piso de Plaza Guayarte, lado Urdesa, se convierte en un espacio de expresión, disciplina y esperanza para decenas de adolescentes de barrios vulnerables de Guayaquil. A través de la danza afro, jóvenes canalizan su energía y toman distancia de los vicios, encontrando en el arte una vía para transformar sus vidas.
Al ritmo de la música, entre saltos, piruetas y pasos coordinados, los instructores de la agrupación “Afrodanza” guían a los participantes según su edad y nivel, promoviendo el desarrollo técnico y personal de cada uno.
Josue Cevallos, integrante de la agrupación, tiene sueños claros: perfeccionar su técnica, graduarse del colegio y convertirse en Policía. “Estamos aquí, como dicen, seguros (…) y no estar en la calle llenándonos de peligro, ya sea con el vandalismo o la droga y todo lo que sucede en Guayaquil Ecuador”, comentó.
El ambiente que se vive durante los entrenamientos es de respeto y hermandad. Así lo describe Marlene Crow, madre de Maoly López, de 13 años: “Todos se comportan como si fueran familia. Debería haber muchos más espacios así para que los chicos no se pierdan, porque estamos viviendo un mundo demasiado drástico”, afirmó.
La seguridad y condiciones del lugar han sido clave para el crecimiento del grupo. “Me ha gustado bastante el espacio que nos ha brindado el Alcalde aquí en Guayarte, porque nos sentimos muy seguros. Antes ensayábamos en una zona que no era tan segura, era medio conflictiva, por decirlo así”, dice Anel Mideros, de 15 años.
Gracias al respaldo del Municipio de Guayaquil, estos espacios se convierten en verdaderos refugios de talento y superación, donde la danza no solo marca el ritmo de los ensayos, sino también el de nuevas oportunidades para cientos de jóvenes.