Más que un espacio recreativo, el Parque Forestal es un verdadero museo a cielo abierto en Guayaquil, donde la memoria de la ciudad se funde con el arte y la naturaleza. Sus senderos, rodeados de árboles, acogen esculturas y bustos que evocan la identidad guayaquileña y rinden homenaje a figuras que marcaron la historia política, social y cultural del país.
Antes de convertirse en el pulmón verde que es hoy, este espacio fue el antiguo hipódromo de la ciudad. Tras su cierre, el terreno fue usado para canchas deportivas informales y permaneció en abandono hasta que la expansión urbana hacia el sur motivó su rediseño como parque en 1968.
En este lugar emblemático destaca la imponente escultura “La Patria Joven”, obra del maestro Oswaldo Guayasamín, realizada en bronce y que simboliza el espíritu libertario y la juventud de la nación. A su lado se levanta la columna en homenaje a los Próceres de la Independencia de Guayaquil, donde se inscriben los nombres de quienes participaron en la gesta del 9 de octubre de 1820.
El recorrido por el parque permite descubrir piezas con gran carga simbólica, como la réplica de la “Venus Tropical”, que representa a la madre de Atahualpa y fue elaborada por el escultor lojano Evelio Tandazo Vivanco. Las esculturas de caballos dentro de la pileta evocan dinamismo, fuerza y el vínculo con la memoria ecuestre del lugar.
Entre los bustos que adornan sus senderos figuran homenajes a personajes que contribuyeron al desarrollo del Guayaquil moderno: Luis Vernaza, benefactor de instituciones de salud; Alfredo Valenzuela y Aurelio Carrera Calvo, recordados por su labor social; el expresidente Emilio Estrada Icaza; el escritor y diplomático Alberto Guerrero Martínez; el médico Leopoldo Izquieta Pérez, pionero en la salud pública; Enrique Baquerizo Moreno, político guayaquileño; y el doctor Francisco Icaza Bustamante.
Dentro del Parque Forestal también se levanta el Teatro Centro Cívico Eloy Alfaro, inaugurado en 1970 como parte de un ambicioso plan urbano para dotar a Guayaquil de un espacio cultural y ciudadano. Su construcción respondió a la necesidad de contar con un escenario moderno para las artes escénicas, conciertos, actos cívicos y actividades comunitarias.
La laguna del parque aporta vida y movimiento al entorno. Garzas, patos silvestres, tortugas, peces e iguanas habitan este espacio, embelleciendo el paisaje y fortaleciendo la conexión entre los habitantes y la biodiversidad que se conserva en la ciudad.
El Parque Forestal es un patrimonio vivo que pertenece a todos los guayaquileños, un lugar que guarda gratos recuerdos y que al mismo tiempo ofrece un refugio de paz en medio de la vida urbana.