Durante varios años, los habitantes de la ciudadela Floresta 2 vivieron rodeados de escombros, maleza y estructuras abandonadas. Hoy, el sur de Guayaquil empieza a escribir una nueva historia con la transformación de cuatro parques que devolverán vida y sentido de comunidad a más de 9.000 personas.
El alcalde Aquiles Alvarez recorrió junto a decenas de moradores el parque Jaime Solís, que ya alcanza el 60% de avance. También constató la entrega del parque 25 de Julio, completamente rehabilitado y listo para el disfrute de las familias.
Ambos forman parte de un contrato integral que incluye además los parques La Prosperidad y La Floresta, con una inversión que bordea USD 845 mil.
“Esto era una porquería, estaba totalmente abandonado el Jaime Solís y este de aquí (25 de Julio) y dijimos que los íbamos a arreglar; en esta tercera visita inauguramos el 25 de Julio y ya está en 60% el Jaime Solís. Aquí no mentimos, aquí cumplimos”, expresó el Burgomaestre al caminar entre los senderos adoquinados, acompañado por niños, adultos mayores y jóvenes que celebraron los avances.
La transformación no es solo estética. Las obras incluyen nivelación del terreno, construcción de camineras, rampas, graderíos, instalación de juegos infantiles, jardineras, bancas, luminarias y siembra de árboles. También se construyó una cancha multiuso y pérgolas para el descanso y la sombra.
Para muchos, este cambio era impensable. Johanna Proaño, moradora del sector, recordó la espera de más de 40 años por una intervención real en el parque Jaime Solís: “Esto tenía árboles ya casi por caerse, no tenía pintura, lleno de monte (…) ahora es impresionante, adoquines muy hermosos, bancos, juegos infantiles, luminarias, es muy lindo”.
El director de Obras Públicas, Carlos Vasquez, señaló que con esta entrega ya son 14 los parques recuperados por la actual administración, y hay 8 más en ejecución. “La obra pública está viva y llega a donde antes no llegaba”, destacó.
Guayaquil avanza cuando la gente vuelve a apropiarse de sus espacios. Y en Floresta 2, los parques no solo se recuperan: se reescriben como símbolos de dignidad y bienestar.