No es necesario salir de la ciudad para disfrutar uno de los espectáculos naturales más esperados, el florecimiento de los guayacanes. Cada año, sus flores amarillas llenan el aire y el suelo de color, creando escenarios perfectos para caminar, fotografiar y disfrutar al aire libre.
Durante algunos días, las copas de los guayacanes se llenan de flores que cubren el cielo y, al caer, forman alfombras doradas que dan un nuevo aspecto a la ciudad. Este fenómeno natural, se ha convertido en una de las postales más esperadas por los guayaquileños y visitantes que disfrutan de su esplendor.
Lugares como las avenidas Machala (a la altura del Colegio Guayaquil), Las Aguas, de las Américas y Enrique Ortega, así como el Parque Samanes, la calle Rocafuerte y la calle Luis Cordero Crespo, son algunos de los puntos donde el florecimiento se aprecia con mayor intensidad.
Más allá de su atractivo visual, el florecimiento de los guayacanes pone en valor la importancia del arbolado urbano como parte del equilibrio ecológico de la ciudad. Estos árboles, que durante gran parte del año permanecen sin hojas, renacen con fuerza al inicio de la temporada de lluvias, aportando sombra, oxígeno y frescura al ambiente.
El florecimiento de los guayacanes invita a redescubrir la ciudad, recorrer sus calles y admirar cómo la naturaleza se manifiesta con intensidad y color, llenando de vida, alegría y esperanza cada rincón.









