El XXI Festival de Artes al Aire Libre (FAAL) estaba listo para comenzar esta semana. Durante once días, más de 290 artistas habrían llenado plazas, parques y malecones con pintura, escultura, música, danza, teatro, cine, fotografía y otras expresiones artísticas. Pero la suspensión repentina del proceso contractual por parte del Servicio Nacional de Contratación Pública (SERCOP) detuvo por completo su realización. La decisión interrumpió uno de los esfuerzos más significativos para reactivar la vida cultural, fortalecer el tejido social y contrarrestar la violencia desde el arte.
El impacto alcanzó de inmediato a la comunidad artística. Federico Koelle, director de cortometrajes que esperaba presentar su más reciente producción, expresó su preocupación. “Un fuerte aporte a la ciudad de pronto se vea truncado, se vea impedido de poder gestionarse (…) se invierte poco en cultura, entonces no es de sorprender que tengamos tantos índices de violencia”, puntualizó.
La suspensión también privó a la ciudadanía de actividades culturales 100% gratuitas, concebidas para dinamizar el ecosistema creativo y respaldar a un sector históricamente relegado. Además, afectó el derecho a disfrutar del espacio público activado culturalmente, un eje de la política municipal que buscaba recuperar la ciudad para sus habitantes.
La pintora Carla Bresciani, una de las participantes inscritas, lamentó la paralización. “Es super turro no tener este apoyo porque si mueve hartísima gente, imagínate que hubo, como 280 inscripciones o más en diferentes categorías, esta vez había categorías que me parecía increíble, la artesanía se incluyó (…) Si queremos que la cultura y el arte en nuestra ciudad y en nuestro país continúe, debe ser remunerado, debe haber fondos, debe haber financiamiento”, indicó.
Lo ocurrido se sumó a una secuencia de obstáculos del Gobierno hacia los proyectos culturales locales. Programas como Cultura en Movimiento (que lleva arte y música a sectores urbano-marginales y rurales) fueron suspendidos, al igual que iniciativas como Salvaguarda del Pasillo Ecuatoriano y las Placas Conmemorativas, incluida la del bicentenario del poema La Victoria de Junín, reconocido recientemente por la UNESCO.
El FAAL, parte fundamental de la identidad cultural de la ciudad y motor de reactivación para el sector creativo, había sido recuperado tras seis años de ausencia. Su nueva edición incluía categorías ampliadas como Narrativas Orales, Stand Up Comedy y Técnicas Artesanales Tradicionales. La suspensión del proceso contractual volvió a cerrar un espacio que ya había logrado reactivarse para el arte y la ciudadanía.
